Una guacamaya escarlata que ya no recuerda cómo volar largas distancias, un búho ocelado que perdió la habilidad de cazar y dos pequeños titíes grises que crecieron entre rejas y no en la copa de los árboles son algunas de las historias detrás de los 22 animales silvestres trasladados en una misión conjunta entre Cornare y la Fuerza Aeroespacial Colombiana hasta el Parque de Conservación Piscilago, en Cundinamarca.

Se trata de siete tortugas charapa de puntos amarillos (Podocnemis unifilis), una tortuga caja (Kinosternon dunni), una tortuga matamata (Chellus sp.), un búho ocelado (Strix albitarsis), un cernícalo común (Falco sparverius), una tucaneta esmeralda (Aulacorhynchus albivitta), una guacamaya escarlata (Ara chloropterus), una lora frente roja (Amazona autumnalis), cuatro loras barbiamarillas (Amazona amazonica) y dos titíes grises (Oedipomidas leucopus), los cuales llegaron al Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre de Cornare tras entregas voluntarias y
operativos de control.

Estos individuos habían sido extraídos de la vida silvestre y mantenidos en cautiverio durante meses e incluso años. Aunque fueron incluidos en procesos de rehabilitación, no lograron recuperar las condiciones necesarias para sobrevivir en libertad, por lo que regresar a su hábitat natural ya no era posible.

Para garantizarles bienestar y salud, la Corporación gestionó su traslado a Piscilago, un centro especializado en la conservación de especies, donde ahora tendrán una nueva oportunidad de vida. Allí no solo estarán protegidos, también se convertirán en embajadores de la biodiversidad, ayudando a que miles de visitantes comprendan el valor de nuestra fauna y las consecuencias del tráfico y la tenencia ilegal.

El viaje no fue sencillo. Gracias al apoyo de la Fuerza Aeroespacial Colombiana, que dispuso de un helicóptero UH-60 Black Hawk, cada animal fue movilizado en una operación especial que aseguró un traslado rápido, seguro y con el cuidado que merecen. Desde las tortugas charapa hasta la tucaneta esmeralda y las loras barbiamarillas, todos fueron custodiados durante el trayecto para proteger su integridad.

"Cada vez que recibimos un animal silvestre víctima de cautiverio nos enfrentamos a una realidad dolorosa: no todos logran volver a la libertad. Por eso, estos traslados son también un mensaje a la comunidad para que no compre, no tenga ni promueva el tráfico de fauna. Es una responsabilidad de todos proteger la vida silvestre", expresó Javier Valencia González, Director General de Cornare.

En las últimas décadas, muchos zoológicos tradicionales se han transformado en parques de conservación de fauna nativa, consolidándose como espacios esenciales para la preservación de especies y la educación ambiental. Estos centros no solo ofrecen refugio definitivo a los animales víctimas del tráfico ilegal que no pueden regresar a la vida silvestre, también cumplen un papel clave en la investigación científica, la reproducción de especies amenazadas y la sensibilización ciudadana frente a la importancia de proteger nuestra biodiversidad.

Gracias a este esfuerzo conjunto, hoy 22 animales tienen una nueva oportunidad en el Parque de Conservación Piscilago, institución que se destaca por su compromiso con el bienestar animal y la conservación. Allí, su presencia será un recordatorio permanente de que cada compra ilegal, cada jaula en un hogar y cada animal arrebatado de la naturaleza deja huellas irreparables, pero también de que la educación, la conciencia y el trabajo en equipo pueden transformar esas historias en un mensaje de esperanza y una segunda oportunidad.